Pico al timbre, abren la puerta, sonrío a mis compañer@s, hablamos un momento y voy a por la paciente. Caminamos, hablamos, habla y habla ella, hace preguntas, busca mi complicidad, mi comprensión, mis afirmaciones a sus comentarios. Sonríe, ve luz detrás de la ventana e imagina un bello paisaje, un maravilloso día. Llegamos al lugar, entramos, esperamos a su turno. Tratamiento finalizado, cambiarse de nuevo, pasillos y ascensores de vuelta hasta que vuelve a sonar el timbre.
Al día siguiente, sobre la misma hora, sucede lo mismo, así durante días y días.
Puede parecer rutina. Tal vez parece que hable de un paciente oncológico, pero en este caso, es todo muy distinto. Va todo mucho más allá.
Cuando pico al timbre y abren la puerta y acabo saliendo con la paciente, comienza un nuevo día muy distinto para mí. Una nueva motivación, y es saber escuchar, acompañar y hacerle sentirse querida a esa persona que tiene graves problemas mentales. Cada día se imagina un mundo diferente. Puede cantar, puede recitar poesías, mezclar hechos verídicos de su vida y muchos otros surgidos de su imaginación.
Sería fácil huir ante tantas preguntas, ante la mirada constante, ante su insistencia y su reclamo de atención. También podria ser fácil reirse por su situación...Hay tantas cosas que no estamos preparados para aceptar, entender y saber actuar....Hay millones de mundos ahí fuera distintos del nuestro.
Era fácil plantearse ese rato contigo. Sólo bastaba con dejarte expresar. Acompañarte no sólo físicamente, sino en ese mundo que te creabas a cada minuto, a cada instante y que iba cambiando por momentos. Mi expresión te ayudaba. Tú mirada me hacía aprender mucho de tí.
Preguntabas por la ambulancia cuando vendría a por tí. Así durante varias semanas. Hasta que vino. Tú estabas feliz, encantada, yo pensando como poder ir a verte más adelante.
La vida no es fácil. no es ningún camino de rosas y para los pacientes con enfermedades mentales es muchísimo más complicado. Tendemos a pensar que como se crean otros mundos, son felices, pero sfren, sufren mucho. Yo no soy un profesional ni tengo ninguna especialidad en salud mental. Pero todos/as deberíamos de formarnos para saber tratarlos, entenderlos y acompañarlos.
No son bichos raros, ni marginados de la sociedad. Tal vez podrías ser tú, tal vez podría ser yo. A mí, me gustaría que no me abandonasen así sin más a la suerte de una medicación y unos especialistas médicos.
Con estas líneas mi única intención era rendir un pequeño homenaje a todas aquellas personas que día a día conviven y luchan con una enfermedad mental. Todo mi apoyo. Sois grandes seres humanos.